Cuando hablamos de medición de impacto en proyectos inmobiliarios, hacemos referencia al proceso a través del cual nos es factible determinar en qué medida hemos podido generar cambios significativos en las personas y en el planeta a través de nuestra actividad.
Por supuesto, hablar de medición de impacto implica un proceso previo: un punto de partida marcado por la definición de objetivos concretos y viables, directamente vinculados con las potencialidades de nuestra actividad, y en sincronía con nuestra misión y nuestros valores.
¿Por qué hablar de impacto en proyectos inmobiliarios?
Sea cual sea la actividad que desarrollemos, y sea cual sea nuestra propuesta de valor, en el momento en que desplegamos operativamente nuestras capacidades y recursos, estamos transformando el entorno e incidiendo sobre él. Los efectos de nuestra actividad pueden ser negativos o positivos, intencionales o no intencionales, pero resulta claro que como quiera que accionemos, estos existirán.
Contar con objetivos de impacto y con una declaración de intenciones en esta materia son aspectos centrales, en tanto se constituyen como una brújula, una guía que nos permite orientar las decisiones que tomamos en todas las fases de nuestra actividad.
No obstante, la única forma de pasar de la intención a la acción en materia de impacto positivo es generar estrategias que posibiliten registrar, monitorear y medir los efectos concretos que tiene nuestra actividad sobre nuestros diferentes grupos de interés. Solo de este modo lograremos:
- Conocer los impactos efectivos (positivos, negativos, intencionales y no intencionales) que tenemos.
- Comprender en qué medida hemos logrado dar cumplimiento a nuestros objetivos.
- Desarrollar estrategias para mejorar nuestros impactos.
- Ser más ágiles y eficientes en la detección y mitigación de riesgos.
¿Por qué medir el impacto de los proyectos inmobiliarios?
Considerando que los edificios son responsables del 37% de las emisiones de CO2 a nivel global y que, en España, pasamos más de un 80% del tiempo dentro de ellos, resulta sencillo comprender no solo por qué es tan importante plantear nuevos modelos de desarrollo urbano que sean sostenibles, sino también por qué es tan relevante definir una estrategia para medir el impacto de los proyectos inmobiliarios.
Y es que los edificios pueden jugar un papel importante desde una perspectiva multinivel: a nivel macro (acción contra el cambio climático), a nivel meso (comunidades, grandes poblaciones) y a nivel micro (salud, bienestar y confort individual).
A diferencia de otros sectores, el sector de la construcción tiene la posibilidad de realizar por sí mismo una contabilidad equilibrada del CO2 mediante la generación directa de energía in situ.
Pero nuevamente, pasar de la potencialidad a la acción requiere de la definición de estrategias específicas que, además de orientar nuestras decisiones en materia de diseño y construcción, nos permitan mensurar los efectos concretos que tenemos y explotar el potencial transformador que engendra el ámbito de la construcción de modo de mejorar de forma continua nuestra actividad y, por consiguiente, la vida y habitabilidad de las personas que residen y circulan en nuestros proyectos.
Tal como señala DGNB en el Brochure “Climate Positive Now: ¿Cómo cada edificio puede hacer una contribución al cambio climático?”:
“Para aprovechar el potencial de los edificios como contribución fundamental a la acción climática, es necesario comprender la naturaleza polifacética y las conexiones de los distintos sectores que intervienen en una “evaluación de todo el edificio” y desarrollar soluciones escalables basadas en ello (…) La construcción de nuestro entorno edificado produce gases de efecto invernadero causados por: la necesaria fabricación de productos de construcción, el transporte de productos y materiales de construcción, el mantenimiento durante el funcionamiento y la gestión de los residuos al final de su vida útil.”
Adicionalmente, un estudio realizado por DGNB en marzo de 2019 titulado “El valor añadido de los edificios certificados” demuestra que la medición certificada de edificios funciona no solo como un mecanismo de control y, por tanto, de calidad de los proyectos, sino también como un mecanismo para incrementar el valor de las propiedades (en términos tanto de precio de venta como de rentas obtenidas). Esto demuestra que los edificios sostenibles y certificados también valen la pena desde un punto de vista económico, tanto desde la perspectiva de sus promotores como desde la de sus usuarios finales, destacando las ventajas en confort asociadas a la implementación de medidas de eficiencia.

¿Cómo medir el impacto en proyectos inmobiliarios?
Como en todos los ámbitos, no existe una fórmula mágica para medir el impacto, ni un único estándar de medición. No obstante, existen dos criterios clave que pueden tenerse en cuenta:
Por un lado, la propia concepción de sostenibilidad que tenga cada compañía y la consecuente ponderación de dimensiones que ello implica. Esto es: si concebimos la sostenibilidad desde una perspectiva holística, nuestros objetivos de impacto (y, por tanto, nuestra búsqueda en la medición) estarán centrados en alcanzar un equilibrio en torno a las cuatro dimensiones de la sostenibilidad: ambiental, social, económica y de gobernanza.
Mientras tanto, si partimos, por ejemplo, de un concepto de sostenibilidad alineado exclusivamente con la dimensión ambiental, buscaremos que nuestra medición refleje particularmente el impacto que tenemos en relación con ella.
El segundo criterio viene dado por los diferentes estándares internacionales y nacionales para la medición de impacto en el ámbito del Real Estate. En este sentido, podremos preguntarnos qué sistemas de reporting y certificación se ajustan en mayor medida a nuestros objetivos, de modo de optar por aquel o aquellos que mejor nos representen.
En cualquier caso, la medición de impacto nos interpela a preguntarnos cómo queremos impactar y a buscar las mejores herramientas y soluciones existentes para garantizar que nuestra medición resulte confiable y representativa (alineada con estándares validados) y sea eficaz para permitirnos mejorar nuestros proyectos, contribuir con el desarrollo sostenible y comunicar nuestros resultados, poniendo en valor de este modo nuestra actividad.
Imagen destacada: Ricardo Gómez Ángel